A sabiendas de los vergonzosos casos de peredastia en la iglesia católica, entre otros muchos crímenes y actos deshonrosos que nos llenan a todos de coraje, indignación e impotencia, quiero compartir con ustedes historias que me hacen recordar por qué soy parte de esta doctrina. Nunca dejaré de criticar y rechazar lo inadmisible, pero es cierto la frase que dice que “cuando una bomba cae, resuena por todas partes, pero miles de flores nacen todos los días silenciosamente” (o algo así). Me hacen pensar también que la iglesia no son los sacerdotes o las jerarquías del clérigo, que en sí, son una minoría; la iglesia somos en su mayoría los feligreses que la conformamos. La responsabilidad de nuestros actos como católicos es sólo nuestra, como también lo es la de nuestras acciones como ciudadanos, en un mundo donde la política se rige por todo tipo de injusticias y escándalos.
miércoles, 21 de abril de 2010
Venga de donde venga
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