martes, 15 de diciembre de 2009

=D

Qué bonito día, qué bonito.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Contra los hombres grises

A veces cuando el tiempo falta, uno siente que le sobra… y viceversa, sería justo decir. Desde lo más inmediato y pasajero, hasta lo más lejano y perdurable, ése, uno de los más abstractos conceptos creados por el ser humano, tiene “vida” propia.

Pasa que uno se encuentra un día con tiempo de “sobra”, deseando que se vaya ya la semana, los días que estorban para que por fin sea martes. Luego pasa que es miércoles a las 11 de la noche y uno quiere que sean las 7 de la tarde, porque el tiempo falta, falta para conjugar planes, pendientes y compromisos del día. Pasa también que quisieras congelar las semanas y evitar que llegue febrero, y sin percatarte, a las dos de la tarde deseas que sean las 6.

Pues mira nada más, te tengo una noticia: Para que febrero no llegase, tendría que no llegar un 4 de enero; para que un domingo 20 de diciembre no llegase, tendría que no llegar un martes; para que las 11 de la noche no llegasen, tendrían que no llegar las 6 de la tarde. Asimismo, para que llegue un 4 de enero, forzosamente tiene que llegar un domingo 20 de diciembre; para que llegue un martes, tienen que llegar las 11 de la noche de todos los días de la semana.

Para como yo veo la contradictoria situación, la realidad es ésta: Uno desea que sean las 6 de la tarde para empezar a desear que no sean las 11 de la noche. Luego, desea que sea martes para empezar a desear que aún no sea domingo 20 de diciembre. Finalmente, uno desea que sea 4 de enero, para empezar a desear que no llegue febrero.

No sólo es imposible darle gusto a todo el mundo (como dicen), es imposible también darse gusto a sí mismo. No sé ustedes, pero yo quisiera ser una niña que vive entre ruinas y viste harapos grandes, y ser inmune a los espantosos hombres grises.

O bien, podría contentarme con que fuera martes por el tiempo que yo quisiera: martes de bienvenidas, martes de póker, martes de ansiedad que no termina de saciarse. Y luego, cuando yo lo desee, que sea 24 de diciembre, Navidad en familia. Y que a mi antojo, sea 4 de enero por dos o tres meses más.

Yo lo que necesito son más flores horarias... o una tacita de café.


miércoles, 28 de octubre de 2009

Los sensibiluchos

Acá donde estamos los sensibiluchos se ve todo distinto. Les sorprendería saber que de este lado los elefantes no son arrugados, las pepitas son azules y algunos carecen en su voz de los decibeles suficientes para gritar. Caminamos para atrás con los ojos en la cadera y silbamos con los oídos, siempre a destiempo y en corcheas.

Sépase que nuestra comunidad es grande; más callada de lo que quisiera y menos de lo que debiera, pero a su manera y en fin, ruidosa. Lúgubre en la sensatez y escasa en la prudencia. Mística, inconsciente, seductora, roja, penetrable, impenetrable, condescendiente, rígida, sumisa, incalculable y va…

Caray, que estamos y no estamos, venga pues que ¿a quién le importa? Búscanos en las tarjetas, las que dicen “mucho gusto”.

Nuestros dedos tienen vida y gustan de ignorarnos finamente y en pedacitos de colores varios. De este lado decimos “pancito” y no “panecito”; nos motiva la locura y nos impulsa lo innombrable, porque bueno, así nos viene y qué más da.

No entendemos casi nada y casi nadie nos entiende, porque a sabiendas que sabemos, no sabemos casi nada. Simple y llano como es, lo que sabemos que sabemos, sabemos, y lo que no, pues no.

De este lado sorbemos de cabeza y pensamos a tragos de sospecha.

Acá donde estamos los sensibiluchos se ve todo distinto, pero cállate quedito… sólo cállate quedito.

jueves, 8 de octubre de 2009

Hoy

fue
el
día
en
que,
por
fin,
una
paloma
me
pegó
en
la
cabeza.

Un
zape,
una
paloma
me
dio
un
zape
con
su
ala.

Confianzuda.

viernes, 2 de octubre de 2009

...

Sentí que nada venía de sobra...

martes, 29 de septiembre de 2009

I'm a loser baby, so why don't you kill me?


Aha, sí que lo soy. Ayer cambiando de canal a la televisión, de pronto me encontré con Arnold Schwarzenegger en su versión Terminator. Evidentemente lo reconocí a él pero no la escena ni a los otros tres personajes. Una chica mala e inexpresiva compuesta de mercurio y otros metales, no correspondía con el chico malo e inexpresivo de mercurio que yo conocía. Mi primer conjetura fue que lo que veía era la serie, pero luego me dije "momento...
Arnold Schwarzenegger, gobernador de California ¿en la serie actual de Terminator? Naaaah". Mi desconcierto fue tanto que sólo pude preguntar "¿qué es eso?"... "Terminator 3: Rise of the Machines", fue la respuesta que obtuve.

O_O ¿Qué?... Sí, desde el 2003... Tengo seis años viviendo debajo de una piedra. En efecto, la loserés corre por mis venas. Todavía tuve el descaro de decir "naaaah, ¿en serio, existe Terminaitor 3? Estás jugando".

Sumamente sorprendida y consternada por mi loserés, llamé a mi hermano. Pensé: "vamos, vamos, crecimos juntos, vimos juntos Terminator 2 miles de veces en Canal 5. No puedo ser la única que no supiera de la edición 3 porque, digo, si mis hermanos supieran, yo me hubiera enterado de alguna manera".

"Jajajaja, eres una loser, hay hasta 4"... ¬¬ ... C H A L E.

Ok ok, mi hermana, mi hermana no debe saber (patadas de ahogado, poco probable considerando que de los tres, es la más fan de Terminator).

"Pues sí mensa. Eres una loser. ¿No viste los cartelonsotes de la 4 en los cines?"... ¬¬ .

NOOOOO, e v i d e n t e m e n t e no vi los cartelonsotes de la 4 en los cines. Sé que justo ahora es difícil de creer, pero si los hubiera visto, estoy casi segura de que hubiera podido deducir que existía un Terminator 3... ¿o no?

Así es. Como mis amados hermanos bien lo dijeron, soy una loser. Me embargó un sentimiento como si hubiera quedado en estado de coma seis años y al despertar me diera cuenta que tiraron el Muro de Berlín y yo ni me enteré (nunca he sentido lo que es despertar luego de un coma, pero así me lo imagino... Ok, quizá la analogía es algo exagerada pero bueno, entienden mi punto ¿no?).

Im a loser baby, ¿qué se le va a hacer? Comprendería si alguien quiere dejar de hablarme. Lamento si esto los perturba de alguna manera, pero no podía quedarme cargando con tanta loserés para mí sola.

jueves, 17 de septiembre de 2009

¿Independencia?...

Independencia sería que los niños y jóvenes (al menos) pudieran elegir entre ir a la escuela o trabajar; que las personas pudieran comprar el carro que quisieran sin temer que alguien los bajara de él con una metralleta. Independencia sería que todos pudiéramos decidir qué queremos comer hoy, de qué color pintaremos nuestra casa o si iremos al doctor por un dolor de muelas. Independencia viene de libertad, entiéndase también LIBERTAD DE ELECCIÓN.

Disculpen mi grinchismo pero de todas las cosas bellas que hay por celebrar en este país, la Independencia no es una.

martes, 15 de septiembre de 2009

Vértigo

El ser humano es bieeeeeen raro (nada que no se sepa). Un día está jugando al calabaceado y mientras corre de la mano de su compañero(a) para ganar el espacio libre, de pronto decide soltarse e ir en sentido contrario (WTF). Evidentemente pierde el juego (¡recuerda humano, había que correr para el otro lado!), cosa que sabía desde antes de soltarse pero… quién sabe, como que quería perder, o no se acordaba que perdería, o no le importó hasta que perdió (pues ¿a qué estamos jugando?).

Cuando miro para abajo desde un lugar alto me dan ganas de tirarme (no, no soy suicida). Por ello prefiero alejarme rápidamente y contárselo a quien más confianza le tenga (no sabes lo que acaba de pasar Yo, una loca Yo casi me mata). Una de las definiciones de mi querida RAE (te amo RAE) sobre el vértigo es:

~ de la altura.

1. m. Psicol. Sensación de inseguridad y miedo a precipitarse desde una altura o a que pueda precipitarse otra persona.

Mi querido Milan Kundera (te amo Kundera), por otro lado, lo concibe como el miedo a dejarse vencer por el deseo de arrojarse al vacío (fue como descubrir que ver los números cálidos o fríos tenía nombre). Vaya pues, que en este caso, me quedo con Kundera (lamento la traición mi amada RAE, la lírica lo ameritaba).

Pienso entonces que cuando el ser humano desiste de ganar el calabaceado, es porque el vértigo no le fue suficiente. Zas, que el miedo no resultó tanto y que se avienta al vacío (fondo, ¡puf!, ¡au!). Lo malo (o lo más malo, o lo también malo) fue que no iba solo. Olvidó (o no le importó) que llevaba un compañero de la mano, el que también perdió, el que se fue al vacío sin haberse acercado al barranco (ups).

Qué ganas de caerse al barranco, de ir corriendo, agarrar una silla y ponerla en el camino para azotar. Digamos que… qué chiste tiene correr sin caerte. Mi amado Liniers (te amo Liniers) lo explicará mejor:

Pero, ¿qué no la caída debe ser consecuencia del intento por volar? ( :-/ ). ¿Por qué a sabiendas de que las alas no salen entre rocas, uno se tira a las Barrancas del cobre (¡arriba Chihuahua!)? ¿Por qué no se tira solo y donde nadie lo vea?, ¿por qué jala al que está al lado y se lo lleva entre sus brazos que no sirven de alas?

El ser humano es bieeeeeen raro (casi siempre).

La RAE también define el vértigo como turbación del juicio, repentina y pasajera (esta vez ganas tú RAE). Muy turbación, muy repentina y muy pasajera (algunas veces más que otras).

I N T E N S I D A D: arma de doble filo. Sirve para ponerle la mermelada dulce al pan seco, también para que el corazón palpite rápido cuando te la ponen en el cuello (uf, adrenalina, yei). Pero también corta (cómo corta); desangra (gotas nulas); quita el plumaje, las uñas y el pico (¡te toca ave fénix, renace!). Quizá nadie sabrá nunca lo que es matar hasta que le hayan enterrado el cuchillo. Tampoco lo que es ser feliz, hasta haber sido completamente infeliz; lo que es renacer sin haber muerto antes.

Milan (mi amado Milan), he de confesar que me encuentro confundida:

"¿Pero es de verdad terrible el peso y maravillosa la levedad?

La carga más pesada nos destroza, somos derribados por ella, nos aplasta contra la tierra. Pero en la poesía amatoria de todas las épocas la mujer desea cargar con el peso del cuerpo del hombre. La carga más pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será. Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo a medias y sus movimientos sean tan libres como insignificantes (…)

¿qué es lo positivo, el peso o la levedad? Parménides respondió: la levedad es positiva, el peso es negativo. ¿Tenía razón o no? Es una incógnita. Sólo una cosa es segura: la contradicción entre peso y levedad es la más misteriosa y equívoca de todas las contradicciones."

(Fragmento: La insoportable levedad del ser)

¿Adrenalina o paz?, ¿romanticismo o actos de entrega?, ¿peso o levedad?... ¿ambas?... ¿será que se puede? (Ey Max, bájate de ese banco en la esquina y deja de tambalearte, no muerdas tus uñas).

Dicen que “hay de todo en la viña del señor”. Así, al ras del suelo podrá ver usted, señor turista, a los pesados que tememos (temíamos) a la levedad por contemplarla como la posibilidad de una vida no plena... “ser real sólo a medias”. Por el otro, a los leves que ni si quiera temen al golpe de la caída. Por acá están los pesados disfrazados de livianos y los livianos disfrazados de pesados. Y finalmente, podrá usted observar a los leves que añoran la pesada carga y los pesados que quieren aventarla y salir volando.

El ser humano es bieeeeeen raro (o disimula muy bien). Como todo, supongo que será cuestión de balance.

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Sección de:

Consejos no pedidos (¿y qué?, es mi blog y puedo escribir lo que quiera)

  • No te acerques al barranco si no te quieres caer.
  • No juegues a que tienes 20. No te conviertas en victimario con consciencia por meras ganas de ser víctima. Vamos escéptico, atrévete a probar el optimismo.
  • El amor no basta, pero tampoco el agradecimiento.
  • No des cosas por sentadas, nunca.
  • Atrévete, sé my Unintended.

Especial agradecimiento a: Exogenesis-Redemption, por acompañarme en esta escritura y sobre todo, por ser tan bella.

miércoles, 8 de julio de 2009

Vaya ley

Una muñeca que se llamaba Rosita, un bote grande de aluminio, una silla guinda que hace tiempo había perdido a sus hermanas y a su madre, un sarape percudido ex propiedad de una abuela, un…, unas…, una…, un…, unos… todo junto y hacia el mismo destino: el descanso eterno.

Concebirlo así por rehusarse a llamarlo el relleno sanitario, a aceptar que la Ley de la conservación de la materia desmiente un eterno no estar, para dejar en su lugar la irrefutable y científica verdad de la continuidad. La no vida de las cosas que continúan no viviendo como nuevas inquilinas de una montaña parecida a las que yo dibujaba de niña, ésas del pico blanco de nieve. Esta vez el pico fue de colores, de todos en los que llega a diseñarse una bolsa de plástico, un empaque o no se sabe cuánta cosa más que siendo unidad, se vislumbra (o se quiere vislumbrar) sólo como una masa de triste basura maloliente.

“Cómo hasta de la basura se siente raro despedirse, saber que no volverás a verla ¿no?”, me dijo el menor. “Sí”, le contesté.

Cosas que ya no sirven, que estorban, que son feas y que a veces incluso, pueden dañar. De alguna manera sin embargo, cosas que ocupan en la memoria el espacio de lo que está ahí, fingiendo ser guardado durante mucho tiempo en un patio, y antes de eso, en la sala de tu casa, las manos de tu hermana o la cama de tu perro.

En el cotidiano donde comprar es tener algo que tirar, la nostalgia hacia la basura llega a parecer ilógica, aprehensiva, enferma. ¿Podría tratarse de materialismo cuando las cosas de las que te deshaces son desagradables a los cinco sentidos? Quizá sea sólo intuir que vaciarlas ahí con una pala, sobre el terreno lodoso que dejó una noche de lluvia, dar la vuelta y alejarte, es hacer lo mismo con una imagen que nunca fue tan importante como para pertenecer mucho tiempo al baúl de los recuerdos. Hay una familia que vive en una casa. En esa casa hay un patio y en el patio un bote grande de aluminio. De él recuerdas haber visto al padre sacar gasolina un día. Recordarás al padre siempre, recordarás la casa siempre, recordarás el patio siempre, pero el bote de aluminio… es sólo un bote de donde un día el padre sacó gasolina (recordar eso ya es mucho). Sabes que el bote de aluminio pronto se irá, un algo más de tu vida que pronto no recordarás.

¿De cuánta basura nos cuesta tanto despegarnos?, ¿cuántos nombres propios nos resistimos a sustituir por el sustantivo basura? Cosas que ya no sirven, que estorban, que son feas y que a veces incluso, pueden dañar; cosas que sin embargo, ocupan en la memoria el espacio de lo que está ahí, fingiendo ser guardado por alguna razón sustancial, en el exterior, en el interior, en el aquí, en el allá, en el fue, en el será y en el espero que sea. Cosas que sirvieron y ya no, que gustaron y ya no, que hicieron feliz y ya no. Cosas también que dolieron y todavía, que estorbaron y todavía, que hicieron infeliz y todavía.

Abandonar lo que ya no y lo que todavía en el terreno lodoso que dejó la lluvia, pedir que no se obstruya el riachuelo que pasa al lado aunque sabes que va cargado de mierda, dar la vuelta y alejarte. Saber, un día darte cuenta que de todo lo que estuvo guardado en el patio nada se creó y nada se destruirá, porque sólo se transforma, todo se transforma.

lunes, 29 de junio de 2009

¿Será?

¿Será que no es no, pero no es sí y sí es no?
Estar cuerda nunca es suficiente y la locura requiere un grado más de cinismo, porque ser Luke deseando ser Anakin, no funciona.

jueves, 25 de junio de 2009

Interminablemente

Alguna vez alguien me contó su deseo, cuando niño, de construir una grabadora de sentimientos; de esas que al apretar un botón de reward permitiera experimentar una y otra vez la misma sensación. Sinceramente me pareció una excelente idea, potencialmente patentable, además.

No sé cómo, de esas cosas “sin importancia” que se quedan en mi cabeza, pero mantuve la idea en mi creciente archivo de cosasquevuelvendelanadaamimente. No soy ingenierA, tampoco científicA, y mucho menos inventorA; de serlo, no me parecería muy descabellado emprender la ambiciosa investigación rumbo al Premio Nobel de la Exploración al Interior Humano (conmemoración que también se inauguraría gracias a mi innovador aparato). Pero como no lo soy, un día de paseo con mi perro me limité a pensar en que hay “algo” capaz de sustituir el complicado invento.

No es que no lo hubiera notado antes, quizá sólo no lo había relacionado. La primera persona a la que le escuché definirlo decía: “es el arte, del bien combinar los sonidos con el tiempo”. Dejando de lado la interrogante filosóficas de ¿qué es “bien”?, me parece una definición bastante acertada.

Música, el eterno resplandor de una mente sin recuerdos, sustantivo conjugado en los verbos ser y estar.

A la distancia en tiempo y espacio de un sentimiento/sensación, si usted desea reconstruir la ensalada de pimientos melancólicos, lechuga sorprendida y tomates ansiosos, bañada con ese aderezo de vinagre enamorado, por favor tome nota de la siguiente receta inglesa: una gruesa capa de piano eléctrico, un chorro de batería vertido sutil pero constantemente, dos pizcas de maracas, varias rodajas de sintetizadores, un bajo bien cernido, coros rayados y una voz sexy al gusto (alright).

Bien combine los ingredientes con un tiempo de 4/4 y el acorde de La menor, y ¡voilà!: la sensación interminable de absolución, en sus tripas. Para acompañar, imágenes de la primera vez: noche de lluvia intensa de Zihuatanejo a Guadalajara en un pequeño auto blanco con parabrisas alocados, “bienvenido a”/“gracias por venir a”, silencio natural y audífonos acompañando la suculenta soledad interna del momento.

Interminablemente ahí y para siempre.

Bienvenida yo.