viernes, 2 de diciembre de 2011

Una piedrita y la punta de un zapato, para entrar en el kibbutz

Hacía rato que la idea del kibutz le rondaba, un kibbutz del deseo. "Curioso que de golpe una frase brote así y no tenga sentido, un kibbutz del deseo, hasta que a la tercera vez empieza a aclararse despacito y de golpe se siente que no era una frase absurda (…)

(…) el kibutz del deseo no tiene nada de absurdo, es un resumen eso sí bastante hermético de andar dando vueltas por ahí, de corso en corso. Kibutz; colonia, settlement, asentamiento, rincón elegido donde alzar la tienda final, donde salir al aire de la noche con la cara lavada por el tiempo, y unirse al mundo, a la Gran Locura, a la Inmensa Burrada, abrirse a la cristalización del deseo, al encuentro.

(…) Kibbutz del deseo, no del alma, no del espíritu. Y aunque deseo fuese también una vaga definición de fuerzas incomprensibles, se lo sentía presente y activo, presente en cada error y también en cada salto adelante , eso era ser hombre, no ya un cuerpo y un alma sino esa totalidad inseparable, ese encuentro incesante con las carencias (…)

(…) Entonces equivocarse ya no importaba tanto como si la búsqueda de su kibutz se hubiera organizado con mapas de la Sociedad Geográfica (…) Se moriría sin llegar a su kibbutz pero su kibbutz estaba allí, lejos pero estaba y él sabía que estaba porque era hijo de su deseo, era su deseo así como él era su deseo y el mundo o la representación del mundo eran deseo, eran su deseo o el deseo, no importaba demasiado a esa hora.

(...) La rayuela se juega con una piedrita que hay que empujar con la punta del zapato. Ingredientes: una acera, una piedrita, un zapato, y un bello dibujo con tiza, perfectamente de colores. En lo alto está el Cielo, abajo está la Tierra, es muy difícil llegar con la piedrita al Cielo, casi siempre se calcula mal y la piedra sale del dibujo. Poco a poco, sin embargo, se va adquiriendo la habilidad necesaria para salvar las diferentes casillas (…) y un día se aprende a salir de la Tierra y remontar la piedra hasta el Cielo, hasta entrar en el Cielo (…) lo malo es que justamente a esa altura, cuando casi nadie ha aprendido a remontar la piedrita hasta el Cielo, se acaba de golpe la infancia y se cae en las novelas, en la angustia al divino cohete, en la especulación de otro Cielo al que también hay que aprender a llegar. Y porque se ha salido de la infancia (…) se olvida que para llegar al Cielo se necesitan, como ingredientes, una piedrita y la punta de un zapato (…) Una piedrita y la punta de un zapato, eso que la Maga había sabido tan bien y él mucho menos bien, y el Club más o menos bien y que desde la infancia en Burzaco o en los suburbios de Montevideo mostraba la recta vía al Cielo, sin necesidad de vedanta o de zen o de escatologías surtidas, sí, llegar al Cielo a patadas, llegar con la piedrita (¿cargar con su cruz? Poco manejable ese artefacto) y en la última patada proyectar la piedrita contra l'azur l'azur l'azur l'azur, plaf vidrio roto, a la cama sin postre, niño malo, y qué importaba si detrás del vidrio roto estaba el kibbutz, si el Cielo era nada más que un nombre infantil de su kibbutz.

Rayuela, fragmento capítulo 36. -Julio Cortázar -

martes, 22 de noviembre de 2011

Corazón vs Cerebro

Me encanta cuando mis ilustradores favoritos tienen este tipo de coincidencias =D



miércoles, 5 de octubre de 2011

Hoy tengo ganas

Hoy tengo ganas de: hacer poesía, cuestionar al mundo, agradecerle, mirar a atrás, caminar de puntitas, guardar silencio.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Ella es

Mucha gente no lo sabe pero ella fue doctora mucho antes de si quiera comenzar a estudiar medicina; también fue señora de la limpieza, modelo, coreógrafa, ama de casa, maestra, alumna burra, química, enfermera loca, detective y japonesa sonámbula. Yo lo vi, me consta.

Muchos no lo saben ahora, porque ella se ha vuelto muy discreta, pero es una líder innata y lo suyo lo suyo, es brillar. “Ojalá todos pudieran verme con tus ojos”, me dijo un día… “ojalá”, pienso yo, “no saben esos todos de lo que se pierden”.

Cuando éramos niñas, ya me la sabía; llegaba un día mientras yo veía la televisión, y tocaba a la puerta abierta del cuarto. Yo simulaba abrirle, siempre a la expectativa de su nuevo juego inventado. “Soy una enfermera, vengo a vacunarla”… A mí sólo me correspondía seguirle el paso y ella creaba la historia completa, como toda una dramaturga de improvisación. Pasaban unos minutos y volvía a tocar a mi puerta; esta vez era un policía buscando a una loca escapada del manicomio que solía hacerse pasar por enfermera…

Mientras lavábamos los platos, de pronto empezaba a decirme Carmen y entonces yo sabía que debía llamarla Chole. Limpiábamos jugando y adaptábamos canciones de la iglesia (que eran las que sabíamos cantar a dos voces) para crear la melodía de entrada de nuestra telenovela personal: Chole y Carmen, señoras de la limpieza.

Chole y Carmen… ella siempre iba primero, claro. Yo era su Carmen como también había sido su hija años atrás. Ella era Sherlock y yo Mr. Watson; era la dueña del restaurante y yo la mesera, ella Su Majestad la Reina y yo su bufón (ésa la inventé yo).

Sus ideas movilizaban a las mamás que cocían vestuarios para que, con las vecinas, presentáramos ante toda la escuela las coreografías que ella inventaba. Yo le copiaba todo lo que hacía y le componía canciones de chicles perdidos que cantaba cuantas veces me lo pedía, para hacerla reír. Yo, como su buen bufón, amaba (amo) hacerla reír.

Ella me mangoneaba a su antojo. Implementó su método contra el miedo a las alturas conmigo y me hizo saltar de lo alto de la litera sobre un montón de almohadas y cobijas que quitaba una por una hasta dejar sólo un cojín, culpable de mi pie torcido. Yo perdí esa fobia más por darle gusto a ella, que por la efectividad de su método (aunque quizá su estrategia era ésa, siempre creí que iba un paso más adelante que yo, o siempre sabía cómo hacérmelo creer, aunque no fuera cierto).

Amaba las cámaras de video como hoy ama (hasta el punto de exasperarme) las fotografías. A ella le gusta verse, sí que le gusta, verse bonita y feliz.

Ella es apasionada, intensa, pesada. También es compleja, vanidosa y difícil. Ella brilla, de maneras muy diversas y algunas complicadas, pero brilla; una luciérnaga no puede esconder su luz por mucho tiempo.

Mucha gente no lo sabe (lo sospecha) pero ella es una princesa y una soñadora. También ella lo olvida a veces, cuando se ocupa en exceso del mundo adulto. Ella tiene comunicación a corta distancia con Dios; lo reta y él le habla en voz alta.

Ella es todo eso. No es la de tristeza continua ni la de sueños rotos, eso es sólo un episodio temporal de su vida de novela. No odia cumplir años, porque le gusta atraer la atención; ni siente miedo a salir, porque ama respirar el aire de la tarde y ver las estrellas durante la noche. Ella es, no fue ni será, ella es.

Quien no lo ve, es porque no se ha fijado bien. Yo sólo lo sé porque soy quien más la conoce y porque, como ella dice, Dios nos hizo hermanas y el corazón nos convirtió en amigas...

jueves, 30 de junio de 2011

Mientras tanto

Tengo mucho queriendo escribir sobre Rayuela en este blog y nada más no he podido; muchas ideas sobre ella y todas tan imprecisas, viscerales o complejas como el propio Horacio. No logro estructurarlas en un texto y cuando por pedazos lo he hecho, pienso que ya hay miles de blogs y artículos que hablan sobre lo mismo y desisto. No importa, algún día lo haré, porque es impresionante todo lo que esa novela me mueve y, aunque esté dicho ya todo por muchos, una fan más no hará daño. Mientras tanto dejo aquí, para placer de unos y aburrimiento de otros, mi capítulo favorito de mi novela favorita, escrita por mi autor favorito... ¿pues qué mas? (pueden disfrutar la lectura con esta canción de Gotan Project).






Capitulo 93 - Rayuela

- Julio Cortázar -

Pero el amor, esa palabra... Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación de] amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fájate. Pero fijate bien, porque no es gratuito.


¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto. Pero estoy solo en mi pieza, caigo en artilugios de escriba, las perras negras se vengan cómo pueden, me mordisquean desde abajo de la mesa. ¿Se dice abajo o debajo? Lo mismo te muerden. ¿Por qué, por qué, pourquoi, why, warum, perchè este horror a las perras negras? Miralas ahí en ese poema de Nashe, convertidas en abejas. Y ahí, en dos versos de Octavio Paz, muslos del sol, recintos del verano. Pero un mismo cuerpo de mujer es María y la Brinvilliers, los ojos que se nublan mirando un bello ocaso son la misma óptica que se regala con los retorcimientos de un ahorcado. Tengo miedo de ese proxenetismo, de tinta y de voces, mar de lenguas lamiendo el culo del mundo. Miel y leche hay debajo de tu lengua... Sí, pero también está dicho que las moscas muertas hacen heder el perfume del perfumista. En guerra con la palabra, en guerra, todo lo que sea necesario aunque haya que renunciar a la inteligencia, quedarse en el mero pedido de papas fritas y los telegramas Reuter, en las cartas de mi noble hermano y los diálogos del cine. Curioso, muy curioso que Puttenham sintiera las palabras como si fueran objetos, y hasta criaturas con vida propia. También a mí, a veces, me parece estar engendrando ríos de hormigas feroces que se comerán el mundo. Ah, si en el silencio empollara el Roc... Logos, faute éclatante. Concebir una raza que se expresara por el dibujo, la danza, el macramé o una mímica abstracta. ¿Evitarían las connotaciones, raíz del engaño? Honneur des hommes, etc. Sí, pero un honor que se deshonra a cada frase, como un burdel de vírgenes si la cosa fuera posible.



Del amor a la filología, estás lucido, Horacio. La culpa la tiene Morelli que te obsesiona, su insensata tentativa te hace entrever una vuelta al paraíso perdido, pobre preadamita de snack-bar, de edad de oro envuelta en celofán. This is a plastic's age, man, a plastic's age. Olvidate de la perras. Rajá, jauría, tenemos que pensar, lo que se llama pensar, es decir sentir, situarse y confrontarse antes de permitir el paso de la más pequeña oración principal o subordinada. París es un centro, entendés, un mandala que hay que recorrer sin dialéctica, un laberinto donde las fórmulas pragmáticas no sirven más que para perderse. Entonces un cogito que sea como respirar París, entrar en él dejándolo entrar, neuma y no logos. Argentino compadrón, desembarcando con la suficiencia de una cultura de tres por cinco, entendido en todo, al día en todo, con un buen gusto aceptable, la historia de la raza humana bien sabida, los períodos artísticos, el románico y el gótico, las corrientes filosóficas, las tensiones políticas, la Shell Mex, la acción y la reflexión, el compromiso y la libertad, Piero della Francesca y Anton Weber, la tecnología bien catalogada, Lettera 22, Fiat 1600, Juan XXIII. Qué bien, qué bien. Era una pequeña librería de la rue du Cherche-Midi, era un aire suave de pausados giros, era la tarde y la hora, era del año la estación florida, era el Verbo (en el principio), era un hombre que se creía un hombre. Qué burrada infinita, madre mía. Y ella salió de la librería (recién ahora me doy cuenta de que era como una metáfora, ella saliendo nada menos que de una librería) y cambiamos dos palabras y nos fuimos a tomar una copa de pelure d'oignon a un café de Sèvres-Babylone (hablando de metáforas, yo delicada porcelana recién desembarcada, HANDLE WITH CARE, y ella Babilonia, raíz de tiempo, cosa anterior, primeval being, terror y delicia de los comienzos, romanticismo de Atala pero con un tigre auténtico esperando detrás del árbol). Y así Sèvres se fue con Babylone a tomar un vaso de pelure d'oignon, nos mirábamos y yo creo que ya empezábamos a deseamos (pero eso fue más tarde, en la rue Réaumur) y sobrevino un diálogo memorable, absolutamente recubierto de malentendidos, de desajustes que se resolvían en vagos silencios, hasta que las manos empezaron a tallar, era dulce acariciarse las manos mirándose y sonriendo, encendíamos los Gauloises el uno en el pucho del otro, nos frotábamos con los ojos, estábamos tan de acuerdo en todo que era una vergüenza, París danzaba afuera esperándonos, apenas habíamos desembarcado, apenas vivíamos, todo estaba ahí sin nombre y sin historia (sobre todo para Babylone, y el pobre Sèvres hacía un enorme esfuerzo, fascinado por esa manera Babylone de mirar lo gótico sin ponerle etiquetas, de andar por las orillas del río sin ver remontar los drakens normandos). Al despedirnos éramos como dos chicos que se han hecho estrepitosamente amigos en una fiesta de cumpleaños y se siguen mirando mientras los padres los tiran de la mano y los arrastran, y es un dolor dulce y una esperanza, y se sabe que uno se llama Tony y la otra Lulú, y basta para que el corazón sea como una frutilla, y...



Horacio, Horacio.



Merde, alors. ¿Por qué no? Hablo de entonces, de Sèvres-Babylone, no de este balance elegíaco en que ya sabemos que el juego está jugado.

martes, 29 de marzo de 2011

A oídos necios, palabras mudas

A propósito del post de mi querida colega, amiga y compañera de güereses, la Sutla (cuya divertida y enriquecedora lectura recomiendo), sentí la necesidad de escribir un poco sobre mi opinión en lo que a tolerancia y diálogo se refiere (o algo así).

No hace mucho yo era una pequeña escuincla de coletas (bueno, de coletas no, pero es un decir) que defendía sus opiniones y creencias hasta el punto del enojo... #todomal. No tan poco a poco y a punta de fregasos, la vida me enseñó que siempre hay maneras finas de interactuar en un diálogo sin la penosa necesidad de ponerse colorada y aventar frases viscerales. No digo que ahora sea yo toda una sabiacontroladoradeemocionesviscerales, sino que pues de perdis mi sentido arácnido ya me avisa más cotidianamente cuándo debo ponerle on a la tolerancia, cuándo debo callarme, escuchar y aprender, y cuándo debo argumentar.

No obstante, hay algunas ocasiones en que mi botón de on requiere refuerzos extras y la verdad es que casi nunca estos momentos tienen que ver con el contenido de lo que otras personas opinan, sino más bien con la manera como lo hacen.

Y es que en repetidas ocasiones me ha tocado fletarme ese discurso de que, por ejemplo, si crees en Dios es porque mediocremente es la solución para no preguntarte nada más de la vida; y más veces quizá he escuchado eso de que si eres católica, seguramente no tienes criterio propio y eres medio corta de pensamiento. Algunas personas no piensan que yo sea creyente o católica cuando recién me conocen, y por eso es que me entero de todo esto (la verdad no sé si eso significa que me consideran lista o más bien muy libertina para ser creyente).

Actualmente casi nunca me rehúso a hablar de lo que creo, pero vaya, uno sabe cuándo y cómo alguien te pregunta por el deseo auténtico de saber o comenzar un diálogo, y cuándo y cómo lo hace con las ganas de chingar, burlarse, dar la contra, persuadir o confrontar. En el segundo caso, en lo personal prefiero dejar hasta ahí la charla al respecto.

Muchas veces he escuchado a personas a las que quiero y respeto, y quienes como yo admiran y defienden a capa y espada la libertad y el respeto a las creencias y cultos indígenas, burlarse en grupo de ideologías o ritos católicos, o de otras doctrinas (unas veces más explícitamente que otras). También me ha tocado ver a los que estando conmigo escuchan y respetan mis creencias, pero en grupo, se burlan de ellas ante mí.

Malamente, algunas ocasiones cuando uno dialoga el propósito no es escuchar y aprender del otro, sino imponer nuestra razón. En mi muy humilde opinión, creo que debemos entender que algunas veces, sin importar nuestros argumentos, no vamos a lograr que las otras personas piensen como nosotros y tampoco deberíamos intentarlo. Otras sin embargo, no debemos ser tan reacios a cambiar de parecer, sobre todo cuando los argumentos del otro se sustentan en años de estudio sobre el tema, como dice la Sutla. Yo digo que se trata de compartir opiniones, estar abiertos a aprender de las de otros, cambiar nuestras ideas si lo amerita, no hacerlo si no lo amerita, y no tratar de demostrar a toda costa que lo que creemos nosotros es LA verdad.

Seguramente estoy escribiendo cosas que ya todos sabemos y con las que todos comulgamos, porque en nuestro mundo, la mayoría de las veces somos los más congruentes, pero bueno, mi querido Be dice que no debo pensar tanto mis entradas si quiero postear más.

Damn, ya casi no escribo cosas graciosas...

jueves, 24 de marzo de 2011

Autobiografía

Nací en Torreón pero soy de Chihuahua. De niña jugué entre las vacas y en la pubertad escalé un cerro a escondidas de mis padres. A los 18 me enamoré, a los 21 me atropelló un carro y a los 25 conocí Chiapas. Joven sufrí por amor y por amor reviví. Me gusta la noche, la música y el aguacate.

martes, 8 de marzo de 2011

¿Por qué el Día Internacional de la Mujer, no es una celebración?


Esta pregunta ha rondado mucho mi entorno durante los últimos días, luego de la polémica desatada por la publicidad que la Federación de Estudiantes del Tecnológico de Monterrey (FEITESM), hizo erradamente con motivo del Día Internacional de la Mujer. Aquí la impactante imagen:




Voy a dejar de lado los varios niveles de ofensa que alcanzaron estas líneas descontextualizadas y mal citadas del poema El paraíso Perdido, escrito en el siglo XVII por John Milton, autor considerado por muchos como misógino. Prefiero que ustedes mismos (quienes no lo hayan hecho aún), den cuenta de esto a través de las ligas que les dejo.
Tras los intentos de la FEITESM por reivindicarse, abrieron un foro para que entre toda la Comunidad Tec se formara un nuevo contenido para el evento del 8 de marzo. Entre las preguntas del espacio se encontraba ésta: “¿Qué debemos celebrar el Día de la Mujer?”
Como yo, mucha gente tuvo el acierto (en mi humilde opinión) de comentar que el Día Internacional de la Mujer no es una celebración, sino la conmemoración de una lucha.
Entre otros muchos eventos, este Día hace “referencia a los hechos que sucedieron en 1908, cuando murieron calcinadas 146 mujeres trabajadoras de la fábrica textil Cotton de Nueva York, en un incendio provocado por las bombas incendiarías que les lanzaron ante la negativa de abandonar el encierro en el que protestaban por los bajos salarios y las infames condiciones de trabajo que padecían” (y perdón que cite a Wikipedia, pero en el fondo todos sabemos que es la neta. Si tienen duda, también pueden verlo aquí).
El Día Internacional de la Mujer, no es una celebración.
Según el INEGI, en los últimos 30 años, sólo cinco mujeres han gobernado alguna entidad federativa, y una el Distrito Federal. En 2009, a nivel estatal, la tasa de homicidios de mujeres más alta se registra en el estado de Chihuahua, 13.1 por cien mil.
En 2006 se estimó que alrededor de veinticuatro millones de mujeres de quince años y más, habían experimentado al menos un acto de violencia a lo largo de su vida, ya sea por parte de su actual esposo o pareja, de su ex-esposo, de alguna persona de su familia, en la escuela, en el trabajo o en espacios públicos o comunitarios. Esto representa el 67 por ciento de la población femenina.
Tres de cada diez mujeres que trabajaron durante 2005, enfrentaron actos de violencia en su espacio de trabajo, principalmente discriminación laboral. Para cinco millones de ellas, esta agresión fue hecha por parte de algún directivo, docente, empleado o compañero de escuela.
Santiago Morales, sub procurador del menor, la mujer y la familia del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), ha señalado que diariamente 10 mujeres de entre 18 y 40 años de edad, presentan denuncias por violencia intrafamiliar, pero también se ha detectado que las niñas de 3 meses a 17 años, así como de la tercera edad sufren violencia, sin embargo éstas tienen temor de denunciar. Las de la tercera edad prefieren callarse, pues la mayoría de ellas son abandonadas.
Todo esto, nada más al hablar de México (y sin abarcar la totalidad de las cifras al respecto)…
Gilberto Rincón Gallardo alguna vez dijo que la persona más discriminada en nuestro país era mujer, indígena, discapacitada y con preferencias homosexuales.
El Día Internacional de la Mujer, no es una celebración, no porque la mujer no se lo merezca, sino porque esta conmemoración no fue hecha para alabar su belleza, regalarle flores o vestirla de rosa (cosa que además apoya los estereotipos que tanto han afectado al género femenino). Este Día fue destinado a la reflexión, el análisis y la continuación de la lucha por la reivindicación femenina.
El Día Internacional de la Mujer no tiene el mismo sentido comercial que el Día de San Valentín o el Día de la Madre (cuyas celebraciones debería manifestarse todos los días y no sólo uno)... Es como si pretendiéramos que en el Día de la Tierra le cantáramos al medio ambiente y regaláramos flores y globos verdes. El Día de la Tierra, como el Día de la Mujer, está hecho para que se abran espacios de reflexión y acción en torno a sus temáticas; foros, seminarios, movimientos, conferencias, mesas de diálogo, etc. Y si bien el ideal es que llegue el momento en que destacar estos días no sea necesario, lo que significaría tener una lucha ganada, hoy por hoy, falta mucho camino por recorrer.
Feliz Día de la Mujer, feliz conmemoración de una lucha a todos los hombres y mujeres que a lo largo de estos años han vivido, trabajado y alzado la voz para que la libertad y dignidad del género femenino, sean reivindicadas.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Buenas ficciones reales

Buenas ilustraciones de Pawla Kuczynskiego. Aquí mis favoritas:










jueves, 3 de febrero de 2011

Melancolía, on

Cuando nieva* o hace mucho frío, irremediablemente me da nostalgia por Chihuahua, mi tierra bonita. Supongo que es lo mismo que les pasa a los londinenses con la lluvia, los veracruzanos con el calor húmedo o los chilangos con las quesadillas sin queso (jo).

La cosa es que me acuerdo de todos los empalmes que me ponían para ir a la escuela; mis cánticos navideños en el coro de la primaria, en una plaza con el agua de sus fuentes congelada, hilos de hielo; mi padre calentando mi ropa para que me cambiara bajo las cobijas; mi estrategia (confieso) de dormir con el uniforme puesto para no tenerme que cambiar en la mañana.

Hace mucho que no veo nevar =(, la nieve ya nunca me espera.

¡Ah pero qué bonito es Chihuahua, í’ eñor!


* Sí, “nieva”, no neva. Se lee feo, pero ni pex, donde manda capitán no gobierna marinero. Mayor información en el botón “conjugar” de la RAE.

jueves, 13 de enero de 2011

En mis manos me encuentro yo

Más veces de las que quisiera desisto de mis juveniles y esperanzadores ideales. Sobre todo en los últimos años me he preguntado varias ocasiones si sirve de algo lo que hago (o intento hacer) todos mis días para tratar de respaldar estas convicciones; si la cubeta bajo mi regadera o la basura separada tienen sentido; si dialogar, protestar y escribir en este blog realmente sirve de algo.

No… muchas veces me he respondido que no y aunque esto no me lleva por otro camino, soy dura y me obligo a ver la “realidad”, a saber que si bien mis convicciones deben seguir, no arreglarán el mundo ni lo salvarán del pique, que básicamente no sirven de mucho.

Otras veces sin embargo (y afortunadamente para mi cordura) recobro un poco la sensatez. Me salgo de la vida conceptualizada y recupero la visión de que eso a lo que llamamos “mundo” es, como todo término creado por el hombre, algo muy subjetivo.

Quizá desde lo general y al compararse con los miles de millones de casos no resueltos y demás problemáticas sociales, un juicio político contra jueces corruptos, avariciosos, insensibles y deshumanizados, es insignificante e intrascendente. Pero para los familiares de Marisela Escobedo y Rubí Frayre es una pequeña parte de victoria, y quizá este caso se hubiera olvidado de no ser porque asociaciones como el Movimiento Ciudadano por la Paz y Vida Digna en Chihuahua, expresaron fuertemente su desacuerdo e indignación.

Pareciera que poner velas alrededor de un edificio gubernamental no arreglaría el mundo, pero estoy segura de que arregló un poco el de cada integrante restante de la familia Frayre Escobedo.

El mundo interior de cada persona es, en mi opinión, tan valioso como aquel al que definimos bajo este concepto. Si un mundo interno obtiene una victoria, aprendizaje o evolución, ha valido la pena, porque es esta realidad con la que finalmente vivimos más de cerca en el día a día y, en últimas cuentas, no hay países evolucionados sin personas evolucionadas.

Muy pero muy probablemente, yo no viva para ver regresar a la sociedad por el camino del bien. Pero mi mundo, mi realidad personal, evoluciona, se contradice, se deshace, y se rehace todos los días gracias a mis acciones. Y dado que es esa realidad con y en la que vivo la mayor parte del tiempo, la cubeta bajo mi regadera (que no detendrá la escasez de agua, pero me ayudará a apreciar este recurso), la basura separada (que no evitará la contaminación, pero me enseñará a ser responsable con el medio ambiente) y mi escritura en este blog (que no solucionará los conflictos sociales, pero me motivará a alzar la voz y a evolucionar personalmente), valen la pena.